"Viña del Mar. Valparaíso.
Nos sentamos en el muro al inicio de la playa, al terminar el paseo. -¡Mira, son albatros! –me dice Pello. Cuatro aves crestean una ola y después se elevan en fila, diligentes, como todos esos jóvenes marines que andan por la ciudad (algunos de permiso pero con uniforme, de la mano de una chica. Parece que todos hicieran mañana la primera comunión). –Son gaviotas –contesto –demasiado pequeñas para ser albatros –y pienso en las enormes alas extendidas con las que soñaré esa noche. Esperamos la llamada de Izaskun, que se hace esperar. Por la tarde nos dirá que en Chile, como en todos los sitios, hay gente a la que le gusta dormir. –Yo no soy un blando –dirá Sebastián, dándose por aludido."
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